domingo, 11 de enero de 2009

Los amigos que nunca tuve, los amigos que quise tener

Las amistades son uno de esos pasajes casi desconocidos de nuestras propias vidas por los que raras veces pasamos para analizar. Para muchos, es algo tan natural y espontáneo como simplemente respirar, cortarte el pelo, rutinario tener nuevos amigos como ir a tomarse un café, rutinario perderlos como quien olvida la letra de una canción.
Siempre me fue particularmente dificultoso entablar amistades con chicos de mi edad, muy a pesar de haber vivido casi toda mi vida escolar en un colegio de únicamente hombres, bajo los lemas de la amistad y la lealtad y a merced de un tufo a machismo pueril. Nunca tuve amigos, debo admitir. Siempre me resistí a verme inmerso en sus juegos sexistas. En cambio, siempre tuve amigas.
Han pasado los años y, al igual que uno va dejando atrás las escamas de esa piel de niño, uno va dejando recuerdos en el camino. Incluso dejamos amistades sin percibirlo porque se van de la misma forma en que vinieron, desapercibidos. Para mí, por la dificultad que representaba entablar amistad con otra persona, esas pérdidas nunca pasaron desapercibidas. Siempre me gustó poner a prueba a mis amistades, y así fue como perdí a muchas. Y es que siempre era yo el que los llamaba, les enviaba correos o sms... entonces optaba por dejar de hacerlo en algún momento, esperando que partiera de ellos la reciprocidad de ellos, que me llamen o escriban un mensaje o sms... En muchos de los casos, sigo esperando hasta el día de hoy.
Mirando en retrospectiva, fue un método selectivo cold-blooded and merciless. Años después, dudo que vuelva a hacerlo en algún momento para filtrar a mis amistades. Sin embargo, debo darle algo de crédito al método en cuestión: Las amistades que pasaron por ese filtro se convirtieron en mis mejores amigos y lo son hasta ahora, desde hace años atrás.
Hubo amigos que nunca tuve, hubo amigos que quise tener y hubo amigos que quise perder. Sin embargo, hasta ahora, en mis 22 años de vida, nunca había perdido un amigo porque el destino se hubiera empeñado en llevarlo a un lugar, espero, mejor. Alvaro, un muy preciado amigo mío fue encontrado esta mañana en su cama, lo que nos hace esperar que su muerte sea eso, un sueño. Un sueño para él que no despertará y un sueño para nosotros que quisieramos despertar, imaginar que mañana volveremos a verlo con su sonrisa incomprendida, sus ideas geniales, su amistad rebozante.
Alvaro, que descanses en paz.
11/01/09

1 comentario:

nona dijo...

Me re gusto,
muy lindo.