lunes, 13 de julio de 2009

Amar es cuento chino

No dudo que exista el amor, mas empiezo a dudar que pueda provenir de un lazo extrasanguíneo. No dudo que exista el amor, pero ¿qué hago con la certeza de no poder amar a otra persona de forma tan sincera como a la familia? Lo irónico del asunto es que, a pesar que uno no escoge a su familia, es un lazo (muchas veces) inquebrantable. Pero, ¿si nosotros mismos decidimos «amar» a alguien, a quien tenemos la posibilidad de escoger, por qué se equivoca uno? ¿Acaso no ve uno al inicio todas las virtudes y cualidades de esa persona, todas las bondades y alegrías por las cuales uno decide luchar y que complementarán las propias y permitirán formar algo sólido? Más tarde o más temprano, la armadura del amor se convierte en una prisión que nos abraza, la malla de cota se convierte en una camisa de once varas, la bandera por la que se luchaba resulta ser ahora un rótulo de locura que pende por sobre nuestras cabezas y nuestros caballos, nuestros caballos resultan ser témpanos de hielo.

¿Por qué se equivoca uno? Quizá la expectativas solo saben jugar pésimas pasadas y no amamos el yo real de la otra persona, sino una preconcebida y manoseada imagen de lo que esperamos encontrar en ella. ¿Deberíamos quizá ver primero los defectos y vicios antes de empeñarnos en ver todas sus virtudes y bondades, las cuales nos pueden ser ventajosas en el caso de una relación, pero que no compensan nunca? Abrir una pregunta para cerrar una herida.

¿De verdad se puede amar a otra persona? Se me hace imposible porque al amar se entrega sin esperar nada a cambio, ¿cierto? Sin embargo, cuando pretendemos amar a otra persona, esperamos a cambio su comprensión, su reciprocidad; esperamos que ese momento que creemos perfecto nunca se acabe, que sus sentimientos nunca cambien, esperamos que sea lo suficientemente fuerte para aguantar toda una vida, que sea lo suficientemente sincera para saber enfrentar las cosas; cuando amamos a otra persona esperamos que recuerde y que cumpla cada una de las promesas que recordamos aun cuando no las haya prometido en pleno uso de sus facultades, dejándose llevar por el romanticismo o por sustancias espirituosas, quizá. No, no se puede amar a alguien si esperamos algo a cambio. Es como hacer la guerra en aras de la paz, como fornicar en aras de la virginidad.

¿La expectativas nos sirven para configurar nuestras búsqueda o para darnos cuenta de nuestras propias limitaciones? ¿Acaso buscamos amar a otras personas para ponerle un nombre a nuestra felicidad y buscarla en otra persona o buscamos un complemento a nuestras falencias y tenemos la aun tibia esperanza que juntando nuestras sobras con las de otra podremos preparar un plato apetecible? Admito que la última visión puede ser un poco radical y despechada. Pero, ¿qué diablos se espera al iniciar una relación? Peor aun, ¿qué se espera al continuar con una relación plagada de desconfianza e intereses? Amar es cuento chino.