jueves, 6 de noviembre de 2014

Querida Ariel

Junio 2010

¿Sabes?

Tengo algo importante que decirte. No, aún no he encontrado a tu madre. Por ahí no va la urgencia de escribirte esta noche, así que aún puedes seguir jugando en esa maraña de sueños violetas donde llevas acurrucada ya unos años. Lamentablemente aún no estás en camino, y quizá sea por ahora lo mejor. Siento que aún no logro lo debido.  Siento que este mundo aún no está hecho para ti y, sin embargo, te espero. Hay vacíos que siento que únicamente tu babear podría llenar.

Llevo un par de días pensando lo lindo que sería tenerte en este mundo de tres dimensiones y mil realidades. Llevo un par de días con el corazón hinchado de tanta felicidad que ya quisiera que estés cerca para compartirla contigo. ¿Sabes? Hace tiempo no dormía sólo un par de horas por esforzarme. Es más, hace tiempo no me esforzaba y andaba algo desganado... Según yo, todo era demasiado fácil y monótono y no había nada que me retara. Creo que perdí un poco de claridad en el camino. Al menos no quisiera perderte a ti de mi visión. Todo este tiempo has sido ese aliento que me faltaba. Me propuse esforzarme por ti tanto como tu abuela lo ha hecho por mí todo este tiempo. Si la vieras... Quizá sí la estás viendo ahora, tan buena y sola ella... ¿no te parece injusto? Tan buena y sola tú... ¿no te parece también injusto? La verdad es que estuve pensando en ti porque extraño a mamá y porque siento que soy yo quien debe continuar ese gran esfuerzo que ella empezó a hacer años atrás y que aún no termina.

Hay algo que no sé si ella quiso enseñarme, que pienso haber aprendido de ella. El valor de un sacrificio. Me pregunto qué haría yo si el precio a pagar fuera tan alto como el suyo. Me pregunto qué haría yo, pues con un par de días siento que el pecho me estalla. ¿Cómo será sentir durante veinte años que el pecho te estalla? No sé. A veces no me siento merecedor de semejante sacrificio y sin embargo ella lo hizo. Probablemente eso sea amor. No, estoy seguro de que eso es amor. Me pregunté a mí mismo qué haría si vinieras y aún así no pudiera darte todo ese amor, el que siento ahora y el que sentiré entonces.

Tengo algo importante que decirte. No, aún no encuentro a tu madre. Estuve tan sólo pensando en la mía. Estuve pensando en que quiero que conozcas a muchas personas importantes para mí y que aprendas de ellas. Estuve pensando en lo mucho que me gustaría ver en tu rostro todas esas sonrisas que quedaron en lista de espera. Estuve pensando en que me gustaría que estés aquí y que seas capaz de hacer algo que yo hasta ahora no he podido: consolidar todos esos fragmentos de mí, perdidos entre un pasado y un futuro.

Oh, sí. Lo que tenía que decirte. Te espero. No me he olvidado de ti.

Papá