martes, 11 de agosto de 2009

¿Promesas inconclusas?

Ciertamente no hay un mejor momento para terminar una relacion. Nunca. Incluso cuando la relación va exhalando sus últimos suspiros, nunca hay un mejor momento para terminar, uno en el que duela menos, uno en el que se entiendan las razones, uno en el que ambas partes hablen el mismo idioma. La sociedad nos inculca en la cabeza que pa persona que da por terminada la relación siempre es la mala de la película, quien no tiene reparos ni escrupulos, sin sentimientos, acorazado, invulnerable. La otra será indefectiblemente la víctima.

No siempre se puede ser el bueno de la película. Querer ser el bueno de la pelicula para darle felicidad al otro es, obligatoriamente, una falacia. Uno puede sacrificar mucho por hacer feliz a la otra persona, pero hay una línea que no debería ser cruzada jamás: Sacrificar la felicidad de uno mismo por intentar hacer feliz a otros. El corazón es egoísta y tarde o temprano se agota, se subleva. Tarde o temprano quiere ser feliz por sí mismo en si mismo. No quiero entrar en detalles de qué cosas puede llegar uno a sacrificar porque sonaría a reproche. Son sacrificios que hice con mucho gusto, que disfruté haciendo. Puedo decir con toda seguridad que a pesar de todos los problemas y sacrificios, el último año fue uno de los periodos más extraordinarios en mi vida. Entonces, ¿por qué terminar?

Yo creo que la respuesta más adecuada sería otra pregunta: ¿por qué seguir forzándome?

Todas las cosas que hice, las hice con las mejores de las intenciones, esperando que en algún momento las cosas fueran a llegar a buen puerto. Pero es como darte cuenta a medio camino que el barco que navegas no soportará un camino tan largo. Digamos de aquí a la China. Si uno de da cuenta a la mitad del viaje que el barco es muy pequeño, o quizá muy endeble, que no resistirá el viaje, ¿por qué empeñarse a seguir remando hasta China? Yo creo que lo más sabio sería anclar en el puerto más cercano y salvar el pellejo. Unos dicen cobardía, otros dicen traición. Yo creo que es lo más noble que alguien podría hacer.

La decisión la tome con la cabeza fría, después de mucho pensar. No fue una decisión que nació de una acalorada discusión o de alguna frustración instantánea de esas que a veces nos asaltaban en las calles o en los carros. Fue una decisión que tuve que pensar por mucho tiempo para estar seguro que era lo mejor. Agotar al 100% las posibilidades no es sinónimo de traición. Con certeza, aquí no. Quizá en algún lejano país.

¿Promesas incumplidas? Muchas. Sé que hay muchas porque mucho duele. Me preocuparía más que no lo hiciera. Nunca habrá un mejor momento para terminar, eso es seguro. Pero, ¿sabes, Mouton? Así como mereces saber las razones por qué decidi girar el timón del barco en lo mejor del viaje, también mereces vivir en gracia contigo misma. Mereces una felicidad digna de tu grandeza. Lamentablemente no te la puedo dar ahora, no puedo prometer que podré algún día. Hay algunas cosas que vale la pena proteger antes de perder completamente y me esfuerzo a sobremanera por creer que el cariño es una de ellas. No puedo prometer nada, no tengo ni seguridad de mí mismo siquiera.

Quizá yo sea lo mejor que has conocido hasta ahora en tu corta vida, pero no necesariamente lo mejor para ti. No renuncio a tí porque quiero que encuentres a alguien mejor o que crezcas y seas más fuerte. Ya no tengo la seguridad que me daba las fuerzas para seguir adelante y ya no puedo con el peso que carga mi corazón. Yo tambien quiero ser en algún momento feliz, contigo o sin ti.

1 comentario:

Vicky Cateura dijo...

Después de leerte, empiezo a creer que esto de la ruptura de relaciones es un virus que se está propagando casi tan deprisa y tan extensamente como la gripe A, aunque a diferencia de esta los síntomas no son comunes a todos los infectados, lo único común es ese dolor que se siente tanto si eres el bueno, como si te toca hacer el papel del malo.
Ha sido un placer leerte, suerte
Besos