viernes, 31 de agosto de 2007

De vuelta a la burbuja

Esta mañana, el día me regaló una hermosa vista morada de mi entorno al abrir los ojos. El color de un hogar del que no tengo memoria, uno en el que me refugié mucho antes de ser suspiro. Sí, ha de haber sido morado.

Es un dejà vú, es un día que ya he vivido antes. Sé cómo comienza y cómo termina. Sé que habrán muchas personas alrededor mío. Sé que estarán hablando de y conmigo, y sé que no entenderé ni una sola palabra. Iré al trabajo y registraré los libros como siempre, y atenderé a las personas como siempre y luego iré a la universidad, a ver los mismos textos de siempre y a dar las mismas usuales respuestas. Sin embargo, no entenderé nada. El resto no comprende que acabo de nacer de nuevo y que unos hilos extraños, como si una experiencia de otras vidas amarrase sus lazos a mis acciones y las comandara. Pero no mis ojos. Pero tampoco mi boca.

Esta noche regresaré a casa y las cosas seguirán como siempre. Lo sé. Mientras repaso el morado enigmático que no ha cambiado tampoco de tonalidad lo comparo contra los restos que tampoco han cambiado nunca y no dejo de asombrarme de cuántas cosas sigo descubriendo en un solo color.

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